Al atardecer del 21 de Marzo del 2012, mi
amigo mas peludo dejo de existir. A travez del telefono la pena y dolor en la
voz de mi mama fue tan palpable como el nudo que se me formo en la garganta.
Fue muy dificil escuchar las palabras que empleaba para describir los ultimos
momentos terrestres de aquel tan querido animal. Nuestro viejo perro ya llevaba
varios meses enfermo, y aunque nadie en mi familia lo admitia en voz alta, era
claro que aquel noble, atento y gentil perro tan querido moraba en el
crepusculo de su existencia canina. Fue asi que en una calurosa noche Floridana
se accomodo de medio lado como habia hecho tantas veces antes, pero con la
triste diferencia de que en esa occasion sería para exhalar su último respiro y
tener su último pensamiento . Daría mucho por saber cual habra sido ese
pensamiento. El pollo que tanto le gustaba separar con su hocico del arroz que
mi mama le cocinaba? Como mi papa se dedicaba a limarle las uñas? El sonido de
su nombre? Cuanto odiaba al vecino de al lado?
Lo vi por ultima vez en
Enero mientras visitaba a mis padres para celebrar la llegada del año Nuevo. Ya
le era muy dificil transladarse de un lugar a otro y habia perdido mucha
habilidad para oir, pero sabiamos que aun sentia el estruendo y las explosiones
de los fuegos artificiales del vecindario. Esto siempre le forzaba a esconder
el rabo y salir de prisa a buscar cobija en el rincon mas obscuro y distante de
la casa. En los dias despues de fallecer, varias veces me dedique a buscarlo en
mis fotografias, notando el incremento de su ausencia de ellas a lo que su
salud declinaba. No puedo decir que fue por un presentimiento y en realidad
debido a su estado de salud los peresentimientos estaban de mas, pero tome
mucho mas tiempo al despedirme de el ese dos de Enero. El tenia la curiosa
caracteristica de demostrarse desanimado cuando alguno de nosotros se preparaba
para salir de la casa sin el, pero por su condicion ya no le alcanzaban las
energias ni para el desanimo y eso me entristecio mucho. Aun asi, al despedirme
de el, una pequeña parte de me acepto que no lo volveria a ver mas en vida.
Tras de encontrar
varias fotos muy graciosas de el, despues de compartir simpaticas anecdotas con
mi hermana y luego de iniciar algunos projectos artisticos comemorativos para
combatir mi pena y dolor, encontre que fue de mucha ayuda revivir, y ahora
compartir, mis experiencias favoritas con el.
Una bella tarde veraniega lo lleve a
pasear al parque que queda al cruzar la calle en donde viviamos en la ciudad de
Nueva York. Repentinamente senti que el brazo se me quizo desprender del cuerpo
porque me jaló violentamente por la correa conectada a su collar. Con mucha
angustia me di cuenta que la causa del doloroso cambio de direcion fueron dos perros mucho mas grandes que el y
que aun no habian notado que se les aproximaba rapidamente y con malas
intenciones. Antes de poder reaccionar me encontre en el centro de una legitima
pelea de perros; un tumulto de gruñidos, ladridos feroces y el centelleo de
filosos colmillos. A pesar de la mezcla de panico y rabia que senti pude jalar
de su correa con todas mis fuerzas hasta que los tres perros quedaron separados
uno del otro. Para mi sorpresa y enorme alivio note que ningun perro sufrio
daño alguno, dejando de ultimo una rabia multiplicada al ver que fue mi perro
el iniciador del incidente. El pensar en lo que le pudo haber pasado a
cualquiera de los perros me hizo temblar, pero al pensar en lo que me pudo
haber pasado a mi me revolvio el estomago. De imediato salimos del parque con
rumbo al apartamento mientras yo le regañaba en voz alta como a un niño
desobediente. Apenas entramos al apartamento
lo ordene a que se acostara en la sala y que se quedara acostado, que no
se atreviera a moverse de ahi. Su comportamiento para ese momento ya era
completamente opuesto al de hacia cinco minutos; el rosado interior de sus
enormes orejas parecian estar permanentemente pegadas hacia atras, su cabeza
descansaba en sus patas delanteras, sus gran ojos marones y apologeticos
querian sostener la mirada conmigo pero nerviosamente rompian el contacto. Ya
no viendo necesidad de gritarle mas, me di cuenta que las manos aun me
temblaban y pase a la cocina para tomarme un vaso de agua y tranquilizarme,
luego a mi cuarto para seguir con el projecto que tenia pendiente.
Fue una media hora mas tarde que sobre la musica que
escuchaba por el radio pude tambien oir el caracteristico sonido de sus uñas
largas y obsucras haciendo “clicks” sobre el suelo cubierto de láminas de
linoleo. Sin romper por completo mi concentracion me di cuenta que a medida que
se acercaba a la entrada del cuarto, reducia sus pasos mas y mas hasta que
pararon por completo en la puerta y justo fuera de mi vista. Considere tan raro lo que estaba sucediendo
que me incline lo suficiente en mi asiento para ver que fue lo que lo
detuvo. Resultó que me encontre con la
mirada más triste y arrepentida en la historia de miradas tristes y
arrepentidas. Su cabeza colgaba tan bajo que sus bigotes se doblaban contra el
piso, y cada bigote parecía pedir perdon. Ya habia leido muchas veces que
cuando se neceisita diciplinar a los niños, y a ciertos animales, no se deben
mantener castigados por mucho tiempo porque entonces desasocian el castigo con
la ofensa cometida. En completa infracción de esta Buena regla, se me habia
olvidado tenerlo castigado, de haberle dicho que no se moviera de la sala. El
pobre perro decidio jugarse la suerte y pedir la misericordia de la corte. Este
acto me causo mucho asombro, no tanto por haberlo encontrado muy aprensivo en
la entrada al cuarto preocupado, de que aun estaba enojado con el; sino que
cuando era niño yo hice lo mismo para tratar de volver a ganarme el “carino” de
mis papás despues de que me hayan castigado por A o B motivo. Aveces me
funcionaba el plan, y esta vez el plan le funcionó sobre mi. Con el último mal
sentimiento completamente evaporado, fui yo quien le pidio disculpas en voz
alta y juguetona a lo que lo acariciaba y le sobaba la cabeza. Instantaneamente
regresó a ser el perro normal y alegre de siempre mientras rodamos en el piso
jugando. Fuimos a buscar unas de sus meriendas favoritas, asi creando una de
mis favoritas experiencias.
Mientras
yo
todavia era de la opinion de que no podíamos,
no debíamos quedarnos con aquel perro que parecia demasiado grande para el
apartamento que hasta para nosotros hacia tiempo nos habia quedado pequeño, el
hizo algo que me dejo estupefacto. Y como fui el unico testigo de los
acontecimientos, estuve tan ansioso de compartir la historia con mi familia al
dia siguiente como lo estoy ahora al escribirlo.
Admito
que en aquel entonces, aunque en voz alta decia que no nos podíamos quedar con
el perro, secretamente me estaba cayendo super-bien. Pero la verdad era que
tambien le tenia una medida de miedo; cuando ladraba era estruendoso y resonaba
fuertemente contra las paredes del apartamento. Y como les dije, el apartmanto
era pequeño, lo que magnificaba el eco del ladrido. Carramba, era intimidante,
y yo siempre pegaba aquel brinquito involuntario igual como cuando de cerca
explota un fuego artificial. Cuando me atrevia a darle de comer de mi mano lo
hacia aguantando la respiracion y rezando rapidamente ya que no parecía
importarle mucho si alguna porcion de piel o un dedo entero recibia el pinchazo
de uno de sus colmillos. No quiero dar a entender de que viviamos aterrados o
en constante miedo, sino que entendiamos que faltaba enseñarle nuevos trucos a un perro viejo.
Eventualmente comenzo a comprender las lecciones que le estabamos
proporcionando, incluyendo que no le permitiamos entrar a ningun dormitorio de
noche. Vividamente recuerdo la gracia que me causaba cerrar la puerta del
cuarto noche tras nocher y verle la expression de confusion en su peludo rostro
como si se dijera “ Que hacer tu adentro que no dejarme ver?” (en mi mente
todos los animales no solo hablan internamente sino que hablan a la manera de
Tarzán o como un gringo aprendiendo español. Animales que hablen
imaginariamente no me parece extraño, pero que hablen en perfecto Castellano
si.)
Los siguientes cuatro ladridos me causaron salir corriendo hacia donde estaba con la intencion de apretarle el hocico entre ambas manos y
susurarle entredientes en su gigante orejota rosada que se callara.
Mi
porcion de lasagna aun estaba en el refrigerador esperando pacientemente el
momento en que yo le diera muerte via merienda de medianoche. Estaba
especialmente ansioso ya que era una porcion de esquina, o sea que faltaba poco para saborear lasagna de no solo
uno sino dos lados crujientes y tostaditos a la perfeción. Entre a la cocina
muy enfocado en prepar mi delicia nocturna. Es más, estaba tan concentrado que
pasaron varios minutos antes de caer en cuenta que el perro estaba estrañamente
ausente. Esto era especialmente raro ya que el mostraba mucho mas interés en lo
comiamos nosotros que en lo que le dabamos para comer. Bueno, yo segui con mis
planes y cuidadosamente regrese al cuarto, puse el plato sobre una mesita y
cerre la puerta tras de mi…y fue justo cuando empezaron los ladridos. Los ruidosos
e incesantes ladridos. El primero me causo tanto susto que derrame la mitad del
jugo en el suelo, y por un instante no tenía la menor idea que era aquellas
explosiones. Los siguientes cuatro ladridos me causaron salir corriendo hacia
donde estaba con la intencion de apretarle el hocico entre ambas manos y
susurarle entredientes en su gigante orejota rosada que se callara. Al
acercarmele me di cuenta de que ladraba desde el centro de la sala obscura, donde
mas lejos del cuarto se podia estar sin perder la vista de la puerta. Habia
algo muy raro en eso pero antes de ni siquiera poder imaginarme lo que estaba a
punto de suceder, este perro astuto espero hasta el ultimo posible instante
antes de alcanzarmelo para esquivarme y salir en carreras derechito hacia el
cuarto. Pude oir el momento en que un colmillo hizo contacto con el plato a lo
que devoro mi perfectamente calentada porcion de ricura italiana. El operativo
solo duro meros segundos, pero llegue al cuarto con tiempo para ver como se lamia
la salsa de tomate que le quedo en los bigotes. No lo podia creer – este perro
me habia atraído con sus ladridos al punto necesario para tener suficiente
tiempo en llegar antes que yo al plato de comida. Cosa que obviamente
encontraba mas delicioso que yo. Mission
cumplida, perro bandido, pense para dentro de mi. Lo unico que le falto fue
el haber atrancado la puerta y dejarme afuera toda la noche. Lo cierto era que
con esa acción tan clandestina, tan perfectamente ejecutada me gano el corazón.
Le dije que si hubiera tenido una segunda
Lo deje dormir en el
cuarto esa noche.
En
Septiembre de 1997 algunos aspectos de
mi vida no andaban muy bien que digamos y mi auto-estima la traía arrastrando
detras de mi. En aquel entonces fui diseñador de juguetes y sus empaques, lo
cual en si era un trabajo bastante rico, pero lo hacia bajo la supervision de
un individuo quien con el tiempo me vine a dar cuenta conducia una vida
altamente destructiva llena de drogas y transnochos. Las cosas pasaron de hacer
el trabajo que le correspondia de vez en cuando, a constantemente hacer lo que
le correspondia ademas de mis responsabilidades. Acostumbraba presentarse a lo
hora que le daba la gana, marcharse mucho antes de la hora debida y mientras
tanto era poco lo que laboraba. Ademas de eso, mi relacion con la novia de ese
entonces se había convertido en un nudo de amarguras y conflictos debido a una
basica realidad que ni ella ni yo podiamos en el momento aceptar; que por
diferencias de caracter y filosofias habiamos llegado al fin de la relacion,
pero eramos incapaces de dejar ir el uno al otro. Esa incapacidad destrozo no sólo
lo poco que quedo de la relacion sino toda posibilidad de una futura amistad
tambien. No lo sabia todavía, pero estaba a punto de aprender de que si es
preferíble estar solo que mal acompañado. Habia oido a mis padres
pronunciar esa axioma muchas veces antes, pero por primera vez la estaba escuchando.
Despues
de un dia particularmente desolador en ambos frentes de trabajo y del corazón,
llegue a casa con la intencion de colapsarme, comer y quizas echarme una
lloradita también, en ningun orden en particular. A lo que cerraba la puerta,
de re-ojo note una fugura agil y rubia que cruzo el final del pasillo. En mi estupor
emotivo pense por un segundo que una persona de largos cabellos dorados acababa
de gatear de la sala a la cocina. Como ya venia muy desubicado, no encontre que
esto fuera raro. Despues de descansar mis cosas en sala y saludar a mi famila
fui rapidamente enformado de que mi hermano se habia encontrado un perro
claramente sin dueño montado en un elevador de su colegio, y que al finalizar
el dia decidio llevarselo a casa. Ya eran tres los informativos consecutivos
que cualquier otro dia hubieran sido noticias supremamente extrañas. Pero ese
dia no. Como si estuviera siguiendo un libreto, en ese instante volvio a entrar
a la sala muy campantemente un perro rubio con orejas muy grandes, luciendo
como si siempre hubiera vivido con nosotros. Se acomodo en el sofa directamente
en frente de mi, y en un movimiento natural pero a la vez completamente
contradictorio me dije para entre si “no podemos quedarnos con este perro”, a
lo que le abraze por el cuello con ambos brazos y senti parte de el estress que
llevaba salirse en las lagrimas calientes que derrame sobre el.
Referiendonos a la
compañia de elevador en que mi hermano lo encontro montado, comenzamos a
llamarle OTIS.
QEPD